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MARINA

  • Sara Corcione 4ªB
  • 9 gen 2022
  • Tempo di lettura: 1 min

Aggiornamento: 22 gen 2022

Marina

Te sentaste en la mesa de al lado y me miraste fijamente durante todo el desayuno.

Las arrugas ensombrecían tus ojos claros y tus duras facciones.

Marina

tu pelo naranja, fluorescente como el Stabilo en mi estuche, me sorprendió al verte por primera vez el día antes en la entrada del hotel.

Tu terrible boca y tu voz ronca, de fumadora, callaban las palabras de los demás presentes.

Tu chico, hijo, novio, mánager, vete a saber, se refugiaba tras su celular para eludir tu mirada severa y acataba tus órdenes cuál robot de fábrica.

Marina

en mis pesadillas te elevas, monte en la llana meseta que amenaza al incauto viandante.

Marina

no sé quién ni cómo eres

hiena salvaje.

No sé de donde vienes ni adonde te diriges

pero, en fin, buen viaje.

Esa tarde no estabas, Marina, pero el portero me dijo que habías dejado una nota para la niña de los ojos tristes.

Y decía:

Vete ya, atrévete, no te despistes

Los sueños acuden a tu mente mientras te desvistes

Y si temes a lo desconocido,

Recuerda,

El error, siempre mejor si reconocido

De no conocerte puedo convertirme en tu amigo.

Desde entonces no la he vuelto a ver, pero te juro lector que tú también, de haberla visto, querrías saber, quién es Marina, brillante y espantosa mujer.



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